lunes, 8 de mayo de 2023

Corrientes historiográficas en América Latina

Se considera que la historia de la ciencia en América Latina empieza a mediados del siglo XX y está dividida, principalmente, en cuatro perspectivas distintas.

La primera perspectiva considera la historia de la ciencia como algo universal y empieza a darse sobre el año 1939. Esta corriente historiográfica considera que la ciencia moderna se creó en Occidente (Europa y Estados Unidos) y que fuera de esos lugares la ciencia no podía ser creada, solo recibida. También se le denomina difusionismo, haciendo referencia a que la ciencia se funda en los países occidentales y luego se difunde al resto del mundo. Trabajos influyentes de esta corriente historiográfica fueron un “Panorama general de historia de la ciencia” que es una obra enciclopédica de Aldo Mieli, un italiano que paso gran parte de su vida en Argentina; y el artículo “La difusión de la ciencia occidental” del historiador norteamericano George Basalla que explica en un modelo de tres etapas cómo se desarrolla la ciencia en los países que no tienen una raíz occidental.

La segunda perspectiva empieza a darse a partir de los años 80 y considera como eje la importancia de la recepción. Es una corriente historiográfica propia de América Latina y en ella los distintos historiadores de la ciencia se centran en la ciencia nacional que se da en los países latinoamericanos. Se estudian y se da énfasis a las dinámicas locales y se crean varias instituciones científicas. La revista Quipu (1982-2000) fue uno de los principales referentes de este período, así como varias obras estudiando la recepción de distintos paradigmas europeos como el darwinismo o las teorías de Newton. Una obra conocida de este último caso es “The comparative Reception of Darwinism” de Thomas F. Glick.

La tercera corriente historiográfica que se da en América Latina enfatiza la interacción y se da a partir de 1990. En esta perspectiva se dan varios trabajos interesados en las redes que se dan entre lo nacional y lo internacional, es decir, en la dicotomía entre el centro y la periferia. No existen fronteras claras en la ciencia y se empieza a relacional la producción del conocimiento con las distintas geografías que existen. Obras referentes de este período son las revistas “Saber y tiempo” y “Redes” y el libro “Remedios para el Imperio” de Mauricio Nieto Olarte.

La última corriente historiográfica ha aparecido en los últimos 20 años y tiene que ver con la globalización. Tiene en cuenta los desafíos que se producen cuando circula el conocimiento y estudia los itinerarios que se dan en la ciencia a lo largo del espacio y el tiempo al considerar que el conocimiento no se crea en un sitio, sino que se va transformando a medida que viaja al resto de lugares del mundo. Por esta razón, esta perspectiva cuestiona el ámbito de los Estados nacionales, es decir, lo local, como marco de los estudios históricos. En esta corriente surgen nuevos actores y se crean distintas ciencias híbridas hablando de temas tan diversos como el medio ambiente, el género o las razas. Un referente característico de esta etapa es la revista “Historia ciências saúde”. Al ser una corriente que está en proceso y como se hablan de tantos temas existen muchas y diversas obras de este período. Dos de ellas son “Launching Global Health: The Caribbean Odyssey of the Rockefeller Foundation” de Steven Palmer y “Jungle Laboratories: Mexican Peasants, National Projects and the Making of the Pill” de Gabriela Soto Laveaga.

Nadie sabe cómo va a continuar la historia de la ciencia, pero parece claro que la globalización seguirá estando muy presente en las corrientes historiográficas que se vayan dando ya que la ciencia ha pasado a ser una cosa de individuos a ser un proyecto de grandes equipos en donde cada uno de sus integrantes pueden llegar a encontrarse en una parte completamente distinta del mundo.

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