domingo, 8 de enero de 2023

Matemáticos en el Arte

Hace un mes tuve que ir a la facultad de Matemáticas de la Universidad de Sevilla para recoger mi título de máster. Al subir a la segunda planta, en donde se encuentra la secretaría, las fotografías de tres matemáticos me sorprendieron decorando la pared.

Gauss, Hilbert y Klein se encuentran entre dos aulas del segundo piso de la facultad. Expectantes a que los alumnos de matemáticas se paren un segundo a observarles antes de entrar en clase, reflexionando sobre los teoremas o proposiciones que hay en sus apuntes y que llevan sus nombres.

Ver a esos matemáticos en los muros del edificio en el que estudié un largo año me hizo pensar y reflexionar. Al final, las matemáticas es una rama de la ciencia muy teórica. Quitando los utensilios de medición tales como reglas o compases y las distintas tablas que se usan para realizar diversos cálculos, las imágenes que hay de matemáticas son de las personas que realizaron sus avances. Si pensamos en el teorema de Pitágoras, pensamos en parte en el filósofo que lo bautiza, si pensamos en el cálculo infinitesimal es casi imposible no caer en que lo desarrolló Leibniz y, si pensamos en computación, la imagen que a mi se me viene a la cabeza es la de Ada Byron.

Las matemáticas, por tanto, son una ciencia en la que se recuerda a las personas que le dedicaron parte de su vida. Los teoremas, proposiciones y conceptos matemáticos se aprenden mejor si tienen un nombre y, normalmente, si no tienen un uso específico como el Teorema de la Función Inversa o son muy importantes como el Teorema Fundamental del Cálculo, se nombran con la persona que lo desarrolló: teorema de Pitágoras, teorema de Abel, intervalos de Cantor, botella de Klein, matriz de Jordan, etc.

Darme cuenta de todo eso me hizo pensar en las representaciones que tenemos de los matemáticos. Que suelen ser sobrias y, por lo general, en retratos. Intentan plasmar la seriedad que se quiere tener de una ciencia como son las matemáticas, en donde todo lo que se publica tiene que estar demostrado y en donde lo más importante es la rigurosidad de los cálculos.

Un primer ejemplo de esto, podemos verlo en el retrato de Leibniz, que a mi siempre se me ha asemejado al del rey Luis XIV de Francia que se encuentra en el Louvre.

Ambas pinturas quieren representar la seriedad. En el caso de Leibniz, el cuadro trasmite sobriedad, mientras que en el del rey de Francia se intenta plasmar toda la riqueza que ostenta un personaje que es un rey. Son cuadros parecidos y a la vez distintos, pero es indudable que los dos personajes en apariencia se parecen.

Otro ejemplo de esto lo tenemos comparando al matemático Gauss con el rey Felipe II.

En este caso, la sobriedad con el color negro se muestra en los dos cuadros. Con Gauss, se intenta representar la cualidad de académico, mientras que en el caso de Felipe II, la seriedad y austeridad como rey.

Muchas de las pinturas que tenemos de matemáticos son de este tipo: el matemático en primer plano, vestido de negro con apariencia seria sobre fondo oscuro trasmitiendo sobriedad y dignidad (lo que representa el negro en pintura). Es, a fin de cuentas, el retrato típico español en pintura: negro sobre fondo oscuro. Otro ejemplo de este tipo de retrato podemos verlo si comparamos el de Descartes, también archiconocido, con el de Antonio de Covarrubias pintado por el Greco.

Con Descartes, además, puede hacerse otro tipo de comparación. Si lo comparamos con el retrato del Conde Duque de Olivares de Velázquez vemos sus similitudes al ir de nuevo ambos vestidos de negro, con el fondo oscuro.

Es de todo el mundo conocido que, cuando pensamos en el Conde Duque de Olivares de Velázquez, esta no es la pintura que se nos viene a la cabeza. La que se nos viene realmente es la del Conde Duque a caballo, aparentando dignidad, pero también poder.

Una de las diferencias principales entre los cuadros de matemáticos con el resto de personajes públicos es que los matemáticos, la mayoría de las veces, se representan y conocen por su retrato, pero el resto de celebridades lo hacen por otro tipo de cuadros. En el caso de reyes, el retrato típico vestido de negro sobre fondo negro existe, pero también los conocemos por los cuadros en donde se representa toda la familia real o por pinturas más coloridas en las que le rodea parte del tesoro asociado a la Corona. Del mismo modo, en el caso de personalidades políticas de siglos anteriores, un cuadro típico es su representación a caballo.

Es muy difícil ver una paleta de colores más cálida en los retratos de matemáticos, aunque a continuación veremos que en realidad si existe y que también esos cuadros son muy populares en la pintura clásica.

Si nos fijamos en los siguientes dos cuadros, protagonizados por las matemáticas Ada Byron y Émily Du Châtelet veremos que la paleta de colores es diferente a la mostrada en retratos anteriores. En este caso, está más dulcificada y nos muestra, al final, la diferencia que había entre el retrato masculino y el femenino.

Los retratos femeninos intentan mostrar dulzura. Con el cambio de paleta, se muestra una imagen más tierna y dócil de las dos matemáticas a las que representan. Como si para ellas fuera un juego el estudio de la ciencia y no un asunto serio como se muestra en la seriedad de sus congéneres masculinos.

Podemos comparar estos dos cuadros con el de la multitud de Santas de Zurbarán, cuya siguiente imagen sirve a modo de ejemplo.

Los colores en este caso son más vivos. El fondo muchas veces sigue siendo negro, pero no representan sobriedad y seriedad como en los retratos masculinos, sino que la idea de estos cuadros es la de representar la divinidad por medio de diversos retratos de escenas cotidianas.

Como contrapunto, quiero destacar otros dos retratos masculinos que son bastante diferentes de los ya mostrados. Estos son el Demócrito y Arquímedes de José de Ribera y compararlos con el Juan Bartolomé Cossío de Joaquín Sorolla.

Otra particularidad de los cuadros de matemáticos (y de los científicos en general), que se puede observar en el retrato de Émily Du Châtelet aunque no lo hayamos mencionado, es que suelen tener objetos o instrumentos para presentar a qué se dedicaban, ya sea en las manos o en el espacio de alrededor. De este modo, Émily sujeta un compás mientras lee varios libros (seguramente como analogía a los textos que tradujo de Newton durante toda su vida) y, en estos dos cuadros, observamos a Demócrito con unas hojas y también un compás y a Arquímedes con un instrumento para escribir y más pergaminos o libros. Del mismo modo, esto ocurre en otras profesiones y si lo comparamos con el retrato de Juan Bartolomé Cossío, que es un historiador del arte especialista en el Greco, vemos que en el fondo del cuadro aparece El caballero de la mano en el pecho que es, por si hay algún despistado, un cuadro de Doménikos Theotokópoulos (alias el Greco).

Las diferencias de estos dos retratos de matemáticos frente a los anteriores son claras, pues más que la seriedad de la ciencia, representan la cotidianidad. Las matemáticas, al igual que el resto de ramas científicas, se desarrollan durante gran parte de la vida y esto implica también que no siempre puedes ir vestido como un pincel mientras haces ciencia. En este caso, las vestimentas de ambos científicos dejan mucho que desear, pues sus ropajes están rotos y su apariencia en conjunto es bastante decrépita.

Al final, hemos visto multitud de retratos de matemáticos, desde los más típicos en donde se muestra las matemáticas como una rama de la ciencia seria hasta los dos de Ribera donde se intenta mostrar la ciencia y las matemáticas como algo cotidiano.

Hay un último cuadro del que quiero hablar y que todo análisis pictórico de ciencia, a mi juicio, debe mostrar. Me refiero al cuadro en el que aparecen más científicos (o filósofos, en nomenclatura de la época) por metro cuadrado que es, como no podía ser de otro modo, La Escuela de Atenas de Rafael Sanzio.

En este cuadro vemos a un montón de filósofos y es una de las representaciones más famosas del pensamiento científico. Los colores son alegres y cálidos, todo lo contrario al negro de los retratos masculinos de matemáticos que ya hemos comentado. En este cuadro se representa la cotidianidad, como ocurrían en los retratos de José de Ribera, pero de forma distinta. Aquí también se representa el prestigio de las ciencias, pues el cuadro ensalza a los dos pensadores más importantes de la época (Platón y Aristóteles en el centro del cuadro). También vemos a multitud de filósofos apuntando en libretas o, sencillamente, pensando, como forma de representar su profesión.

Para mí, la multitud de retratos que hemos visto me inspira para seguir creando ciencia de una forma u otra. Son personas que, como yo, se dedicaron a lo que más les apasionaba en la visa. Pero este último cuadro, con la altura del techo muy por encima del más alto de los filósofos, me transmite también que, al final, la ciencia es cosa de seres humanos y que, por encima del trabajo que realiza cada uno, siempre hay algo superior que los aúna a todos.

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