domingo, 5 de marzo de 2023

El Club Pickering y lo que significó para las científicas

El club de Pickering es el nombre que recibe coloquialmente el conjunto de mujeres científicas que ayudaron al astrónomo Edward Charles Pickering, director del Observatorio de Harvard en Cambridge, a clasificar miles de estrellas. Otro nombre por el que se conoce a este club es el de las Calculadoras de Harvard.

Dentro de este grupo de mujeres encontramos a algunas científicas que acabaron siendo bastante conocidas como Williamina Fleming o Henrietta Leavitt que, tras el estudio de las estrellas cefeidas, determinó un sistema para medir la distancia a la que se encontraba cada estrella de nosotros según el brillo que emitía en su observación. Este sistema fue utilizado por otros científicos posteriores y sirvió para medir la distancia a la Vía Láctea de otras galaxias que contenían estrellas cefeidas en su interior.

Viendo la fotografía anterior, nos preguntamos cuál fue la razón que tuvo Pickering para contratar a un grupo tan considerable de mujeres en su trabajo de investigación. La respuesta no podrá sorprendernos menos: el dinero. En trabajos tan repetitivos como clasificar miles de estrellas por medio de sus imágenes y espectrogramas no es necesaria la sabiduría de genios astrónomos para su realización y el coste por el trabajo de una mujer era considerablemente más barato que el mismo que realizaba un hombre.

A pesar de esto, trabajar en este grupo supuso más cosas buenas que malas para cada una de las mujeres que lo formaron. Es obvio que, para la época (de 1877 a 1919), ser mujer y científica no era una tarea fácil ni remotamente valorada. Muchas de las mujeres científicas que lo habían sido hasta ese momento lo eran por ser las “mujeres de” o “las hijas de”, referido en el primer caso a que el científico importante era el marido y no la mujer, que simplemente lo ayudaba en sus experimentos, y en el segundo a que la ciencia para las mujeres tenía una barrera de entrada muy alta y solo se podía vivir de ello si tenías una familia adinerada o los contactos suficientes para entrar en ese mundo.

No es de extrañar, tampoco, que muchas mujeres con las capacidades suficientes se hayan quedado en el camino durante todos los siglos en lo que no ha reinado la igualdad en la ciencia entre hombres y mujeres. De hecho, tampoco ahora parece que se haya corregido del todo esa tendencia, teniendo en cuenta el ratio de mujer/hombre en carreras científicas y los sesgos adquiridos desde edades muy jóvenes en los que se piensa que la ciencia es una tarea de señores mayores con barba, muy listos y, usualmente, con una bata de laboratorio.

Al final, la oportunidad que tuvieron estás mujeres para trabajar en lo que más les gustaba fue muy grande. Muchas de ellas pudieron seguir trabajando en tareas científicas tras demostrar que eran igual de válidas o incluso mejores que los hombres astrónomos.

A pesar de ello, el cambio que supusieron para las generaciones posteriores no fue tan grande como nos hubiera gustado. Para llegar al destino final y tener una ciencia en la que no importe el género de la persona que lo realiza tanto ahora, como entonces, hay que ir avanzando a pasos cortos, mucho más cortos de los que esperaríamos muchas de nosotras.

Pero, aún así, el grupo de mujeres que formaron las Calculadoras de Harvard fue, sin lugar a duda, un hecho que sirvió de precedente a lo que estaba por venir pues, por pequeña que sea, la representación femenina sigue siendo representación y aunque sea muy de poco a poco, cada vez tendremos más referentes femeninos en los que fijarnos nosotros y el resto de niñas y niños cuando pensemos en ciencia.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Localización de ODS en la S.G. de Fomento del ICAA

El trabajo principal de la Subdirección General de Fomento del Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales es el de convoc...