Hace casi 10 años, en mi primera vez en Londres tras acabar el primer año de carrera, me pasé todo el viaje pensando en qué podía traerle a mi padre ingeniero como recuerdo. Al final me decanté por un muñeco muy mono de Albert Einstein sacando la lengua fuera con su famosa fórmula en un cartel que sostiene en las manos. El muñeco en cuestión es similar al de la siguiente imagen:
Como recuerdo me pareció muy conveniente, en gran parte porque mi padre es muy bromista y la imagen de Einstein sacando la lengua es una de las primeras que nos viene a la cabeza si pensamos en este famoso científico.
Analizándolo ahora, una década casi después, siendo matemática e informática y con tres asignaturas de historia de la ciencia ya cursadas, me hace pensar que esa imagen en concreto y su famosa fórmula son una forma de intentar acercar al público general la imagen de la ciencia, aunque quizás no sea de la forma más correcta posible.
Einstein trabajo en muchas partes distintas de la física, tanto teórica como práctica. Su principal contribución fue la teoría de relatividad, pero también trabajo en temas relacionados con el efecto fotoeléctrico y ayudó con el desarrollo de la mecánica cuántica.
Aparte de su fórmula más famosa, también es conocido que recibió el premio nobel de física en 1921, pero, al contrario de lo que la creencia popular seguramente cree, no fue por su famosa teoría de la relatividad ni por la ecuación a la que llegó como consecuencia y la que le ha hecho tan famoso (e=mc^2).
Lo que nos quiere mostrar esto, de alguna forma, es que el rasgo por el que se conoce a ciertos científicos no tiene por qué corresponderse exactamente con el principal trabajo que realizaron. En el caso de Einstein si coincide con su resultado más importante, pero, por ejemplo, con otro científico famoso como Erwin Schröndiger no.
Schröndiger ha venido a mi mente porque, como pasa con Einstein, existe cierto merchandising asociado a él de una forma bastante curiosa. Es también un físico que recibió el premio nobel 1933 por su ecuación más famosa, trabajó también en la mecánica cuántica y coincidió en el tiempo con Albert Einstein. De hecho, para ser más precisos, discutió varias veces con Einstein y de una de sus discusiones viene la razón por la que conocemos popularmente a este hombre.
En la siguiente imagen vemos lo que se conoce como el gato de Schrödinger, que ilustra una paradoja sobre la interpretación de la mecánica cuántica.
En este caso, como es evidente, se acaba conociendo a un científico por un experimento mental que utilizó para intentar entender mejor el concepto con el que trabajaban la mayoría de científicos de la época y no por su resultado más influyente.
Para bien o para mal, nadie sabe por qué concepto de su trabajo va a acabar siendo conocido cada científico. En algunos casos es un teorema como les sucede a Pitágoras o a Tales, en otros una fórmula como ocurre con Einstein o Euler y, en ocasiones, por un experimento mental en el que un gato está vivo y muerto a la vez.
La mente humana es muy curiosa y acabar asociando a cada científico una sola cosa, aunque trabajaran durante su vida en varias, sirve solo para poder categorizar a cada uno y recordarlo más fácilmente. Es mucho más fácil recordar a Newton y su gravedad por una situación que no ocurrió relacionada con una manzana que recordarle como el científico que inventó el cálculo infinitesimal, concepto que, si no se sigue estudiando matemáticas tras la escuela obligatoria, no se estudia nunca.
Estas imágenes y relaciones de los científicos con conceptos fáciles y que conoce todo el mundo son, al final, una forma de intentar acercar a la población no científica los logros de esas personas de una manera más simple y que también entiendan. Quizá no sean exhaustivamente precisos si los analizamos desde la perspectiva de la historia de la ciencia, pero, desde luego, es un sistema que funciona y que sirve como una primera aproximación a lo que es la ciencia para los que aún no han podido adentrarse ni disfrutar de ella.
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