domingo, 5 de marzo de 2023

La conferencia de Solvay de 1927

Cuando pensamos en la divulgación de la ciencia actual, se nos vienen a la cabeza los congresos con muchos asistentes de distintas ramas dando charlas rápidas sobre temas concretos o la conferencia de un científico de una rama concreta durante un período de tiempo que suele superar la media hora.

Vemos normal que muchas personas interesadas se junten a hablar sobre ciencia y pensamos que existen multitud de congresos científicos a los que se puede asistir actualmente.

Hace casi un siglo en Brusela, en octubre del año 1927, tuvo lugar una de esas conferencias y lo que se discutió principalmente fueron las nuevas teorías de entonces que versaban sobre la mecánica cuántica.

En la siguiente imagen se puede ver una foto de los principales asistentes de esa conferencia. En ella aparecen un montón de científicos distinguidos, la mayoría de ellos físicos, que conocemos a día de hoy por sus diversas aportaciones en la ciencia. Destacamos entre ellos a Max Plank, Albert Einstein, Erwin Schröndiger, Werner Heisenber, Max Born, Niels Borh y, como mujer, a Marie Curie.

Estos científicos fueron muy importantes en ese entonces y también fueron importantes en lo que acontecería pocos años después, en la mayor catástrofe jamás conocida. Para el que no lo haya entendido: en la Segunda Guerra Mundial.

Limitándonos a esos años anteriores, puesto que las reflexiones sobre esos aciagos días los analizaremos en una entrada posterior, la conferencia de Solvay de 1927 fue la quinta de una serie de conferencias que empezaron en el año 1911.

Las cuatro conferencias anteriores, así como la que nos ocupa, habían tratado sobre la física más en boga de aquellos momentos. La primera estuvo protagonizada por la radiación, la segunda por la estructura de la materia, la tercera por los átomos y los electrones, la cuarta por la conducción eléctrica de los metales y la quinta por los electrones y los fotones. Podemos señalar los temas principales de las dos siguientes conferencias, que también ocurrieron antes del período de la Segunda Guerra Mundial. Estas versaron sobre el magnetismo y sobre la estructura del núcleo atómico.

El que los principales físicos de la época, pertenecientes a una gran multitud de países, fueran invitados a participar en las distintas conferencias nos indica de forma muy clara que las colaboraciones científicas en física y química fueron la característica principal de aquellos años.

Es indudable que un pequeño grupo de personas no hubiera podido desarrollar la mecánica cuántica por sí misma. Los experimentos en los laboratorios y la forma de hacer cálculos habían empezado a ser cosa de muchos y no de un solo genio plasmando sus teorías en un papel.

De hecho, los laboratorios posteriores tanto de la Alemania nazi como de los aliados en Los Álamos estaban constituidos por una diversidad de equipos en donde hacían falta una gran cantidad de perfiles científicos diferentes.

Los científicos en esos años se dedicaban a rebatirse y colaborar entre sí para desarrollar nuevas teorías. Muchos de los conceptos de la teoría cuántica no habrían sido desarrollados en esta época si Einstein, Borh, Heisenberg, Schrödiner o Planck no hubieran discutido sobre ellos largas horas hasta convencerse a sí mismos y a sus contrarios que lo que decían tenían que ser correcto.

Al final, es cierto el dicho de que dos mentes piensan más que una y, si en vez de dos mentes, tenemos más de veinte y todas expertas en una rama de la ciencia concreta, los resultados satisfactorios están más que garantizados.

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