jueves, 8 de junio de 2023

Energía nuclear en América Latina

Aunque en Estados Unidos, Europa y Asía una de las formas de producir energía eléctrica es mediante los reactores nucleares, podemos observar que en otras regiones del mundo como África o América Latina esto no sucede así.

En América Latina, de hecho, existen actualmente solo 7 reactores nucleares pertenecientes a los países de Argentina, Brasil y México, aunque muchos otros están planteándose está alternativa en la actualidad.

Si hacemos una línea del tiempo de los reactores nucleares en esta zona del mundo, obtendremos algo parecido a la siguiente imagen. En ella podemos observar un primer reactor prácticamente experimental de Venezuela puesto en funcionamiento en 1960, seguido de los reactores nucleares de Argentina, Brasil y México entre los años 1974 y 2014 (el reactor de 2019 fue una segunda puesta en marcha del mismo reactor argentino).

Si comparamos este tipo de energía con otras renovables, tales como las realizadas por la industrias geotérmicas e hidroeléctricas, podemos observar que la mayor cantidad de energía que se produce en América Latina es debida a la energía hidroeléctrica, es decir, a la que se produce mediante la caída de agua en distintos embalses.

En la siguiente imagen se puede observar que, efectivamente, la mayoría de países latinoamericanos tienen energía hidroeléctrica y solo los tres mencionados poseen energía nuclear. Para estos tres, las diferencias entre la energía producida por los reactores nucleares y las industrias hidroeléctricas son muy grandes, con el caso abismal de Brasil en donde se producen 109.318 MW de energía hidroeléctrica frente a solo los 2.000 MW de energía nuclear.

 

Cabe preguntarse el porqué de estas diferencias. En primer lugar, la energía nuclear necesita un gran aporte económico para su investigación. Además, los países latinoamericanos, en primera instancia, no estaban interesados en implantar esta forma de producir energía. Fueron cuantiosos los intentos por Estados Unidos y Europa de enseñar el funcionamiento de la energía nuclear a Latinoamérica. Por otro lado, la gestión de la energía nuclear, frente a los otros tipos de energía, necesita también una gestión adecuada de los residuos, ya que las energías producidas por industrias eléctricas o geotérmicas son renovables, mientras que la energía nuclear no presenta está característica.

Por otro lado, muchos de estos países se plantean ahora empezar a introducir este tipo de energía. Quizás debido a que hace 40 o 50 años no tenían la infraestructura adecuada ni los científicos locales que pudieran encargarse de tal empresa. La dificultad técnica de los distintos tipos de industrias son algo a tener en cuenta, pero del mismo modo lo es poder hacer frente a un tipo de energía cuyas consecuencias si no se usa correctamente pueden ser tan catastróficas para el entorno. Por otro lado, los reactores nucleares tienen una vida útil determinada y es posible que hace algunos años no se viera la necesidad de hacer frente a tal cantidad de obstáculos para implantar cierto tipo de energía que iba a tener que ser reemplazada en unos años.

Lo que si está claro es que la energía nuclear aún no ha terminado su ciclo y que, aunque cada vez se intente producir más energía en todo el mundo con industrias renovables, aún es imposible suprimir esta forma de producir energía para muchos de los países. Seguramente, a pesar de todo, es ahora cuando más proyectos aparezcan relacionados con la energía nuclear en América Latina, que había permanecido casi al margen todos estos años. Si esto es así, habrá que plantearse hasta que punto es necesario empezar a desarrollar una industria que en otras partes del mundo parece que cada vez ve más pronto sus últimos días.

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