lunes, 5 de diciembre de 2022

¿Historia de la Ciencia o Historia de las Ciencias?

Cuando uno piensa en la palabra ciencia se le vienen a la mente una gran amalgama de conceptos: números, experimentos, descubrimientos, física, química…, así como una gran variedad de científicos que desarrollaron la ciencia: Einstein, Marie Curie, Descartes, Newton, Copérnico...

Está claro que la palabra ciencia engloba una gran variedad de disciplinas diferentes y es imposible crear una jerarquía en la que una de esas disciplinas sea más importante que el resto. ¿Podemos decir que la física es más importante que la química? ¿O viceversa? Las matemáticas parecen una disciplina que caracteriza al resto, porque muchas de las ciencias usan lenguaje matemático, ¿pero es más importante la matemática que la tecnología? ¿O que la biología? Está claro que intentar hacer esta división entre las distintas ciencias no nos va a llevar a ninguna parte.

Ahora, si juntamos la palabra ciencia con la palabra historia, parece que el resultado toma un significado más solemne y serio que el que ya teníamos. Nos cabe preguntarnos entonces, ¿al juntar ambas palabras es posible separarlas por disciplinas o, como veníamos comentando, la separación es superflua y es mejor que la tratemos como un todo?

Lo que antes nos parecía una obviedad, ahora nos parece mucho más difícil. Si es cierto que, aunque la ciencia sea considerada como un concepto global en nuestros días, en retrospectiva parece mucho más plausible ser capaz de disgregarla y hablar de la historia de la física, de la historia de las matemáticas o de la historia de cualquier otra disciplina por separado.

Aun así, cuando nos referimos a historia de la ciencia, aunque la caracterización por disciplinas es posible, no parece encajar correctamente con el concepto que de verdad estamos queriendo definir. La ciencia es, por definición, un todo. Está compuesta de muchas partes y es el entrecruzamiento de todas ellas lo que crea la ciencia en sí para cada una de las épocas que se han vivido.

Aunque en nuestros días exista una serie de disciplinas clara de lo que es ciencia y sea posible trabajar en una sola de ellas a lo largo de nuestra vida, el refinamiento de estas disciplinas ha ido evolucionando a lo largo del tiempo. Por ejemplo, la disciplina a la que nosotros ahora denominamos química, partió de otra bien distinta llamada alquimia que fue muy importante durante una cantidad ingente de siglos. La física de nuestros días no empezó a ser considerada como tal hasta los descubrimientos de Newton y, en el pasado, era conocida como los distintos elementos de la naturaleza (formados por el fuego, el aire, la tierra, el agua y, en algunos casos, el éter). Del mismo modo, la astronomía tal y como la conocemos ahora es bien distinta de la que se realizaba en los tiempos de Nicolás Copérnico o Galileo Galilei.

Por otra parte, no solo han cambiado las distintas disciplinas a lo largo del tiempo, sino que han aparecido algunas nuevas debido al conocimiento científico como la tecnología. Está muy claro que no podemos tratar a las disciplinas que tenemos ahora como las mismas que fueron en el pasado, ya que los conocimientos y las facilidades que tenemos ahora para crear ciencia no son ni por asomo las mismas que las que se tenían hace varios siglos.

Por último, cabe destacar que en tiempos pasados muchos de los científicos eran multidisciplinares, por lo que, aunque pudieran plantear la ciencia como varias disciplinas por separado, para ellos consagrarse a la ciencia significaba dedicarse por igual a la matemática, a la astronomía, a la filosofía y al resto de ramas del conocimiento científico.

Parece, por tanto, que sugerir la posible división del estudio de la historia de la ciencia en la historia de cada disciplina por separado al final resta más que suma. Se pierde ese carácter multidisciplinar y ese estudio por épocas para todo el conjunto que parece mucho más acertado en nuestros días.

Además, el estudio de la historia de la ciencia debería centrarse, en mi humilde opinión, en analizar cómo influía la ciencia en el mundo antiguo. Debería estudiarse el pensamiento científico en cada etapa y analizar las repercusiones de los  descubrimientos y los nuevos conocimientos en la sociedad en la que se dieron. Más que centrarse en hallazgos concretos de ciertos científicos, intentar recomponer lo que significó ese conocimiento nuevo para el resto de la sociedad. Centrarse en los logros y los fallos de cada época y estudiarlos desde la perspectiva actual para entender cómo pensaban en esos días.

Por tanto, más que separar la ciencia en distintas disciplinas, hay que centrarse en cómo afectó cada uno de los avances científicos que se dieron sin importar a qué rama de la ciencia pertenecieran. Hay que estudiar cómo ha ido variando el pensamiento científico a lo largo de los siglos, cómo los distintos inventos y descubrimientos afectaron a la población de entonces y qué significo en la mejora global de la ciencia cada uno de los avances o retrocesos que se dieron como consecuencia de esos pensamientos.

En definitiva, la aplicación y el pensamiento del conocimiento científico en su conjunto que se realiza para resolver las distintas necesidades y cuestiones de las personas de todo el mundo es el tipo de Historia de la Ciencia que tenemos que estudiar para seguir avanzando y comprender lo que otros científicos ya han vivido.

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