La epistemología histórica tiene como rasgos principales estudiar cómo se ha transmitido y cómo se ha percibido el conocimiento científico a lo largo de las distintas etapas históricas. La escritura, como no podía ser de otro modo, ha tenido bastante que ver en estos aspectos.
Antes de la escritura, la transmisión de conocimiento era oral. Lo que se sabía, se sabía porque se había transmitido de generación en generación por medio del lenguaje. Este sistema era altamente imperfecto porque no todo lo importante puede ser recordado por la mente humana. Hacía falta un medio dónde se pudieran plasmar esos conocimientos aprendidos y ese medio fue, justamente, la escritura.
La evolución de la escritura es lo que ha ido cambiando la trasmisión y la percepción del conocimiento científico a lo largo del tiempo. Al principio, los sistemas de escritura no se correspondían con las lenguas habladas, lo que suponía que pocos individuos de la sociedad supieran leer o escribir. Con el paso del tiempo, la escritura fue adaptándose a la manera de hablar y, a su vez, los medios donde se plasmaba fueron cada vez accesibles a la población en general.
Es imposible que la trasmisión y la percepción del conocimiento científico por parte de la sociedad fueran la misma cuando solo existían unos pocos códices escritos a mano que tras inventarse la imprenta o que tras la expansión global por medio del formato libro, donde prácticamente todas las personas de la población pueden acceder al conocimiento. Por tanto, es indudable que la evolución de la escritura ha influido en la epistemología histórica, ya que los cambios producidos en la forma de transmitir y percibir los conocimientos están intrínsecamente relacionados con la forma en la que se escriben.
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