domingo, 3 de diciembre de 2023

Alimentos funcionales en el supermercado

Un alimento funcional es un alimento procesado que contiene ingredientes que desempeñan una función específica en las funciones fisiológicas del organismo humano, más allá de su contenido nutricional (FOSHU).

Existen varias estrategias para elaborar los alimentos funcionales. Vamos a hacer un repaso de estos métodos de elaboración y vamos a poner mínimo dos ejemplos reales de cada uno de ellos. Para ello, me he acercado a dos supermercados que tenía cerca de casa: el Mercadona y el Carrefour.

Eliminación de un componente

La primera estrategia para obtener un alimento funcional consiste en eliminar un componente que cause un efecto perjudicial al consumidor en general o a un determinado grupo de consumidores.

Un ejemplo de estos alimentos lo podemos encontrar en los alimentos sin gluten para celíacos. En nuestro paseo por el supermercado hemos encontrado varios alimentos sin gluten, entre ellos distintos tipos de pasta y un mantecado de limón para esta época tan navideña.

Otro ejemplo lo encontramos en la leche sin lactosa. En nuestra visita al Mercadona la hemos encontrado en su marca Hacendado.


 Incrementando la concentración de un componente

La segunda estrategia para elaborar un alimento funcional consiste en incrementar la concentración de un componente que ya poseía previamente ese alimento.

Siguiendo con nuestros ejemplos sobre leche, encontramos también de la marca Hacendado una leche desnatada rica en más proteínas. Además, también hemos encontrado un queso de Burgos que contiene más proteínas de las habituales.

 

Aparte de ejemplos de alimentos funcionales con más proteínas, encontramos para este subgrupo de alimento funcional un zumo de Bifrutas con vitaminas A, C y E. Los zumos suelen contener este tipo de vitaminas en general, así que si lo publicitan en su envase se sobreentiende que es porque tiene más cantidad de estos nutrientes.

 

 Suplementación con un ingrediente nuevo

La tercera estrategia para conseguir un alimento funcional consiste en suplementar ese alimento con un ingrediente que no poseía originalmente.

Un ejemplo de estos alimentos funcionales son los ricos en ácidos omega-3. En el Mercadona hemos encontrado una mantequilla de Flora y una leche de Puleva con estas características.

Además, a esta leche se le han añadido más ingredientes. Uno de ellos es el ácido oleico (procedente del aceite de oliva). Es a lo que se refiere el envase cuando indica que la fórmula ha sido mejorada con ProEssentia.

Otra leche a la que se le ha añadido un componente nuevo es la siguiente en la que encontramos un ingrediente peculiar: el Naturcol. Como dice en su lateral, es un aliado perfecto contra el colesterol que consiste en distintos esteroles vegetales.

  

 Sustitución de un componente

La cuarta estrategia para obtener alimentos funcionales se basa en sustituir un componente con efectos perjudiciales o nocivos sobre la salud de la población en general, o de un determinado colectivo, por otro que posea efectos neutros o positivos.

Este tipo de alimento funcional es el que más se ha resistido a dejarse a encontrar en el supermercado, pero al final (y gracias a la visita al Carrefour) he encontrado varios ejemplos.

Por un lado, un yogur al que, en vez de azúcar, se le han añadido edulcorantes. Por otro, una leche baja en grasa a la que se le ha añadido fibra (si, el mundo de las leches es una cosa en cuanto a alimentos funcionales).

Además, el mensaje de las siguientes galletas me pareció muy curioso al estar relacionado completamente con este punto. Son galletas con azúcar moreno de caña y sin aceite de palma. Esta claro que, por un lado, se considera el azúcar moreno de caña como algo bueno y, por otro, al aceite de palma como algo malo.

 

 Alteración de la biodisponibilidad de algún nutriente

El quinto y último método para diseñar alimentos funcionales consiste en alterar la biodisponibilidad de alguno de los nutrientes presentes en ese alimento con el fin de obtener un efecto positivo sobre la salud.

Un ejemplo de este tipo de alimentos funcionales lo encontramos en el Danacol, que promete reducir el colesterol. Además, en la parte de atrás del envase se explica cómo se consigue este efecto.

El último ejemplo y con el que cerramos esta entrada lo encontramos en el Kéfir, que es un producto lácteo derivado de la fermentación mediante bacterias vivas, hongos y diferentes levaduras. Por lo tanto, es un producto en el que se altera la biodisponibilidad de sus componentes para obtener distintos nutrientes provechosos como proteínas y vitaminas. Además, se considera a al Kéfir un probiótico con multitud de efectos beneficiosos para la salud de quién lo toma.

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